Aquí donde estoy
tú no existes...
Eres sólo un deseo sin tiempo.
Para que me escuches,
voy colgando voces en cada árbol,
a la espera de que el viento
sacuda sus ramas...
Y mis palabras.
Me he acostumbrado a buscarte
en mis adverbios luminosos,
como busca el colibrí
libar la miel en cada flor.
Y apareces como un cierzo,
helando hasta el calor de mi verbo,
pero vuelves siempre,
como la aurora que precede a la noche,
te haces luz cuando estoy a oscuras.
Voy esculpiendo tu nombre
con cada latido.
Te plantas como un marasmo
en el alma, para después
ir abriéndome puertas
ir abriéndome puertas
y ventanas a la aurora.
Con tu nogal de versos,
haces de mi desierto un valle,
e igual me haces invierno
en cada primavera.
Zyanya@
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