Muérdeme con tu silencio
que invade todos mis rincones.
Arremete contra mí sin pausa,
hazlo con el fuego de tu mirada
que antes me incineraba
y ahora me traspasa.
Ya antes he caído
y conozco el sabor del golpe.
No minimices el abandono.
Haz agónico, -más-
el ocaso de tus palabras
que ya no me nombran.
He escuchado tu ausencia
en el rumor del viento.
La brisa besa el sonido
de la noche que crece.
Y yo aquí,
recapitulando sorderas.
Ya no hay gritos,
aun ahora resuenan pasos
que van a ningún lado.
No hay cobro ni miedos.
Vivo, porque la muerte
me niega el abrazo.
Y muero constante,
porque vivir de esta forma
es morir un poco
entre cada respiración.
©Derechos Reservados
que invade todos mis rincones.
Arremete contra mí sin pausa,
hazlo con el fuego de tu mirada
que antes me incineraba
y ahora me traspasa.
Ya antes he caído
y conozco el sabor del golpe.
No minimices el abandono.
Haz agónico, -más-
el ocaso de tus palabras
que ya no me nombran.
He escuchado tu ausencia
en el rumor del viento.
La brisa besa el sonido
de la noche que crece.
Y yo aquí,
recapitulando sorderas.
Ya no hay gritos,
aun ahora resuenan pasos
que van a ningún lado.
No hay cobro ni miedos.
Vivo, porque la muerte
me niega el abrazo.
Y muero constante,
porque vivir de esta forma
es morir un poco
entre cada respiración.
©Derechos Reservados
Precioso
ResponderEliminar