Me despertó el suave ritmo de tu
cadera en mi bajo vientre,
y el aleteo de la mariposa que guarda tu boca.
Mi reposo en tu pecho fue suspendido
por el ahogado
suspiro que me nombraba.
Y hubo un rítmico silencio acompasando nuestros enredados
cuerpos.
Esfinges cobrando vida para alcanzar el cielo.
Cual rayo nos iluminó el
deseo, mortales carnes se desnudaron
de sueño para no ser etérea entrega.
Desbordado el caudal, se vaciaron las aguas
y brotó miel del infierno incinerado en nuestro paraiso, bebimos del pozo ardiente
donde se culminó el despertar, amor que con un timbre alto nos hizo melodía.
Zyanya@
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