De la tristeza de tu carcajada me hice espejo,
he asomado a tus ojos, ahí,
donde la oscuridad ha dejado manto...
Sé de ese infierno
y jamás me lo he bebido.
Sé de su oscuridad
y jamás he apagado la luz.
Caminé sus bordes
sin que fueran mis pasos.
Crispada,
mi mano dejó la caricia
y ha ahogado el ruego,
se hizo garra, sostiene.
Fue puñal
y también fue cura.
Sí, como tú,
por amor abrí la
puerta
de un laberinto infinito.
A ciegas
y con el temor tras mis pasos
he cruzado su inicio
para ir a buscar
dónde es que se extingue
la llama,
dónde queda la ventana
al cielo...
Y como tú,
también he sentido miedo.
Zyanya@
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Touché...
ResponderEliminarUn abrazo.
HD