Dulce tú,
a quien todos llaman:
El dolor de la carne...
No saben que liberas las penas,
en tu morada se desvanece
el llanto, el frío ya no quema.
El calor no agobia.
Eres la libertad no buscada y
el sueño nombrado pesadilla,
asoma ante tu nombre el temor.
Los ojos desvisten la belleza
de tu presencia que nunca es tardía.
Aun si tampoco esperada.
Pocos te llaman,
se equivocan los que te adoran,
tú, sólo eres guardiana del orden,
la naturaleza es tu madre.
Zyanya@
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