Olvidaste mi nombre...
Dejaste de llamarme
y me sembraste
la espina del silencio.
Como un cardo en mi pecho
la tristeza extendió dominio,
dejaste de regar la rosa
y su raíz ha muerto...
Olvidaste mi nombre
y ya no lo repite el viento,
la luna se ha guardado llorosa,
cansada de acompañar mi espera.
El sol es un faro apagado
tras las nubes que lo cubren,
y ya no me toca...
Olvidaste mi nombre,
y sin el viento de tus palabras
soy mariposa con las alas rotas.
¿El dolor más grande?
Olvidaste mi nombre...
Y yo, olvido el sonido de tu boca.
Zyanya@
La lucha contra el olvido, el escribir para la eternidad, la fuerza inmortal de tus letras. Gracias.
ResponderEliminarY es que el olvido tan pocos logran vivirlo, que somos más los que lo morimos.
ResponderEliminarGracias Pablo.
Qué bello.
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