Ven y tacha mi silencio,
haz que las rendijas oblicuas de tu mirada sean ventanas al infinito,
la madreselva de tu cuerpo es la naturaleza que quiero.
Desconflictua a mi el alma en esta noche perenne
donde su oscuridad por tu luz es rota.
Agua miel son tus labios que cantan en mi boca.
Hay tal sonido trepidante en la marea de tu sonrisa
que estalla en fuego, cúbreme las horas de ausencia y frío.
Incendio de desiertos donde todo era hierba seca.
Ven y colócame en tu horizonte,
ahí, en el punto donde el cenit avista
estas nuevas veinticuatro horas que se marchan.
Zyanya@
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