Quédame apenas un suspiro
entre las mortajas
que envuelven recuerdos pasados.
Llueve insomnio en este océano
de soledades.
Resuenan sus pasos, y su risa crea eco.
Mil sonidos avivan la noche
como un sol en lo alto.
Tornasoladas voces esperan.
Cielos arden en este infierno
al que han venido a parar
mis huesos que crujen.
Mis vacías manos se llenan
de la nada que cubre todo,
gritan crispadas. Buscan voz, libertad.
Zyanya
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